Relatos eróticos

Relatos ero: 69 – Relatos eróticos cortos

Disfruta del 69, una de las posturas sexuales preferidas de la autora, Brenda B. Lennox, con estos dos relatos eróticos. Chained Kiss y Puntos de Vista son dos historias de sexo oral cargadas de fantasía, sensualidad y elegancia.

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Relatos eróticos

Relatos ero: 69

Chained Kiss – Relato erótico corto (1)

Sábado por la noche.  La ciudad hierve. No me apetece hervir con ella, sino disfrutar de una  película acurrucada bajo una manta. Voy al supermercado. Me uno a la cola de la única caja abierta a esas horas. Avanza lentamente. Pongo mi litro de cerveza en la cinta. Detrás de ella, otro litro y una bolsa de pipas. Miro con curiosidad. Mis ojos se encuentran con los de un hombre. Retiro la mirada. Siento la suya recorriendo mi espalda,  se me eriza la piel. El tiempo se paraliza.

—¿Noche de cine? —Me giro y sonrío.

—Sí —Señalo su compra—. ¿Tú también?

—«Kiss me deadly»

—¿Es una invitación?—Se sonroja—. Bromeo. Robert Aldrich. Buena elección.

—¿Y tú?

—«Kiss of death»

—¿Barbet Schroeder?

—Henry Hathaway.

—No la he visto.

—Deberías.

—Tomo nota.

—No es fácil de conseguir… —Respiro hondo—. ¿Te apetece verla conmigo? —Duda un instante.

—Sería un placer.

Me sigue con el coche hasta mi casa. Le dejo en el salón y le digo que se ponga cómodo. Voy a la cocina y preparo canapés. Regreso con una bandeja. Está de pie, leyendo los títulos de los libros apiñados en las estanterías.

—No tenías que haberte molestado.

—No es ninguna molestia. Despeja la mesa, por favor.

—No nos hemos presentado —digo mi nombre. Él, el suyo. Dudamos si darnos dos besos o la mano.  Simplemente, sonreímos.

—¿En VOSE?

—Por supuesto.

La película termina. Rompo el silencio hablando de la escena de Windmark, merecedora de un Globo de Oro. Del argumento, basado en una historia de Eleazar Lipsky y candidato al Óscar.

—Sabes mucho de cine.

—Apenas, pero me gusta leer.

—No hace falta que lo jures —Señala las estanterías.

—Y escribir.

—¿Escribes? —Me levanto y señalo los poemarios y los libros de relatos. Me dice que le encantaría leer algo. Escojo Fuego. Regreso al sillón y lo abro en Película. Le observo mientras lee el relato, intentando descifrar las emociones de su semblante concentrado. Termina. Nos miramos a los ojos. Estalla un beso y su onda expansiva nos arranca la ropa, nos tumba en el sillón, gira nuestros cuerpos.

Él separa mis labios, desliza la lengua alrededor de mi clítoris, abre la boca para apresar la vulva, la engulle. Chupa, marcando el ritmo de mi lengua que se desliza alrededor de su miembro, de mi boca que se abre para apresarlo, de mi garganta que lo acoge.

La voz de la cajera me devuelve a la realidad. Pago, meto la cerveza en una bolsa y salgo a la calle… Hace frío. Me demoro en la puerta de mi coche hasta que él llega al suyo. Nos miramos en la distancia. ¿Se preguntará como lo hago yo? ¿Por qué no decimos nada?

Puntos de vista – Relato erótico corto (2)

—El 69 es un claro ejemplo de la opresión patriarcal.

—Pues a mí me chifla.

—Porque crees que eres una mujer liberada, pero no es cierto.

— Adelante, maestro. Rompa mis cadenas.

—Hablo en serio. Piensa. Aparentemente el 69 es una práctica sexual de suprema igualdad. Imagina. Un hombre lame tu sexo, se mete el clítoris en la boca y juega con él. Lubrica sus dedos con tu humedad y te penetra con ellos. Masturba con uno tu Punto G (bueno, la ramificación interna del clítoris, el Punto G es otra falacia patriarcal) y…

—No me obligues a hablarte de los estudios de Emmanuele Jannini y de Barry Komisaruk.

—Tanto da. Masturba con el dedo tu «Punto G» (¿contenta?), con dos, tu ano. Estás tan excitada que solo deseas corresponderle;  lamer, chupar, saborear. Te agarra del culo para penetrarte con la lengua y eleva la cadera para hundirse hasta el fondo. Tú hundes los dedos en su Punto G…

—Punto P.

—¡Cómo eres…! «Punto P». Os coméis, os penetráis, os retorcéis de placer cegados por el instinto animal hasta correros en la boca del otro. ¿Entiendes?

—Como si lo estuviera viviendo.

—Vaya. No lo entiendes… Mira, B, el 69 es una argucia machista para someterte, para que tu lado racional se colapse y olvides que no sois únicamente un… un coño y una polla. Genitalidad llevada al extremo. Él no te considera un ser humano igualitario, sino un objeto. Te ha inmovilizado agarrándote de la cadera, un gesto inequívoco de dominación. Te esclaviza, pero de una manera tan sutil que no percibes la sumisión. Y cuando eleva la cadera para hundir su polla hasta el fondo, lo que quiere, en realidad, es silenciar tu voz; el chakra de la comunicación está en la garganta, ya lo sabes. El 69 es un truco machista, una pantalla de humo para que luego aceptes el coito, sin pararte a pensar si realmente lo deseas. Joder, joder y joder. Coitocentrismo en estado puro. ¿Comprendes ahora?

—…

—¿Y tú que piensas de todo esto, C?

—Que le haría un 69 ahora mismo hasta que se corriera en mi boca gritando mi nombre.

— Házmelo.

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