Juegos eróticos

Masajes sexuales para mujeres (orgasmos a flor de piel)

Los masajes sexuales son una verdadera delicia. Sobre todo si los recibimos de alguien a quien amamos y, ante todo, si los hacen con fervor.  Las caricias salen del corazón, la sensualidad de nuestra piel. Por ello, el ambiente ha de ser tan íntimo como espontáneo, y nuestras parejas deben desearlo tanto, como conocer unas técnicas mínimas de excitación. De modo contrario, puede convertirse en monótono y predecible que, dicho sea de paso, son los primeros motivos que se esgrimen para dejar de tener sexo en pareja. ¿Queréis aprender a dar un masaje sexual a una mujer?

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Sexo

¿Qué son los masajes sexuales?

Un masaje sexual consiste en estimular los genitales y aquellas zonas erógenas que, específicamente, desee vuestra mujer. El objetivo es lograr que vuestra compañera alcance un grado de excitación sublime; que goce y disfrute y pueda experimentar un orgasmo explosivo. A diferencia del masaje erótico, que solo busca despertar sensaciones y activar los sentidos sin necesidad de ese anhelado final feliz, en el masaje sexual sí queremos ver cómo resplandecen los tejidos y oír los gemidos que anuncien el clímax. Se puede decir que el masaje erótico busca más el reencuentro con las sensaciones corpóreas; mientras que el masaje sexual pretende conducirnos al final del orgasmo de los orgasmos, generado a través de una súper-estimulación sexual directa.

Esa es la finalidad del masaje pero, como casi siempre, el camino a ese gran clímax puede enseñarnos mucho más que el ansiado final feliz. Y es que las caricias son un medio de comunicación de la ternura, de la paciencia, del ardor… Y, a través del mismo, la piel llevará el mensaje de vuestras manos, de las yemas de vuestros dedos, a nuestro cerebro, para prepararnos al deleite sexual.

El ambiente ideal

Sofá, cama o bañera, en realidad, no importa dónde lo hagáis, sino que ambos estéis a gusto y ella especialmente cómoda. Lo ideal es que preparéis el ambiente con un aceite de esencias afrodisíacas que, además de nutrir la piel, sirva para facilitar el deslizamiento. ¿Por qué? Porque no queréis que notemos unas manos ásperas. Eso podría echarlo todo a perder.

Sábanas limpias (¡por favor!) y una toalla grande y suave, de obligado cumplimiento si usáis el recomendado aceite. No hay que recordar (¡o sí!) que la habitación será un ambiente más agradable, cuanto más recogida esté. Pues bien, hasta aquí es lo básico, ahora hay que dar el toque personal; la música para masturbar a vuestra pareja, el incienso o el perfume que la vuelve loca, el slip ceñido que tanto le gusta palpar, etc.

¡Pasamos a la acción!: El masaje sexual

Empezamos por los senos

Para comenzar con un extra de sensualidad, poneros de rodillas de espaldas al cabecero de la cama y pedidle que se tumbe boca arriba, descansado su cabeza y espalda sobre vuestro torso. Así, podréis deleitaros con algo que a la mayoría de las mujeres nos encanta: un suave masaje de hombros, acompañado por besos en el cuello y caricias con la lengua en nuestros lóbulos.

Llevad vuestras manos suavemente hacia sus senos, con delicadeza (y recordando que el objetivo no es ordeñar), para ofrecer caricias suaves y circulares en una zona erógena sensible como es el pecho y sus glándulas mamarias. Deslizad las yemas de los dedos sobre las areolas con una presión ligera y usad el índice y el pulgar a modo de agradables pinzas, para pellizcar con ternura los pezones. Si se hace con tacto, veréis cómo se erizan rápidamente. No os precipitéis y aguantad esta postura unos minutos, al tiempo que seguís jugando con la boca sobre su cuello, lóbulos y hombros.

Si esa postura fuera demasiado incómoda, simplemente, pedidle que se tumbe desnuda boca arriba y poneros a horcajadas con las rodillas al lado de sus caderas. Como vais a reposar vuestros glúteos sobre sus muslos, es más que aconsejable que lo hagáis sin ropa alguna (el mero hecho de que noten vuestro sexo –¡y el calor del sexo! – será un plus de excitación). A partir de aquí, todas las caricias con manos y lengua que hemos descrito antes, serán incluso más sencillas (aunque, le restamos ese misterio sensual que descansa en notar cómo llegan las manos de la pareja sin verla).

Vientre y piernas, hasta los tobillos

Colocaros de rodillas y, perpendiculares a su cuerpo, comenzad a acariciar su vientre como si vuestras manos fueran un abanico que se abre hacia su cintura. Si habéis decidido usar aceite, este es un buen momento para comenzar a utilizarlo (también evitaréis posibles cosquillas).

Untad sus muslos con un poco más de presión, en líneas rectas y/o circulares, según notéis su respuesta corpórea y obviad los pies (si vuestra pareja no es fetichista). Si no habéis usado aceite, en vez de volver con las manos desde los tobillos al vientre, podéis sustituirlas por la lengua (la combinación es de lo más agradecida).

Masaje de vulva, clítoris y Punto G

Deslizad los dedos hacia el exterior de la vulva con suavidad, hasta que notéis como la piel responde con un tacto ligeramente áspero. En ese momento, los labios mayores estarán preparados para vuestras caricias. Si no notaseis humedad, siempre podéis ayudaros con la lengua y/o con lubricante. Una vez que habéis conseguido ese efecto introducid la yema del dedo anular y, si no notáis tensión añadid la del dedo índice simultáneamente. De adentro hacia afuera, suave y con un poco de presión interna para que ella note las primeras sensaciones sexuales agradables.

Al mismo tiempo, usad vuestra lengua sobre su clítoris y llevad los dedos a su Punto G (esa zona rugosa tan erógena la encontraréis fácilmente con las yemas de vuestros dedos hacia arriba, más o menos, hacia la mitad de los mismos cuando los hayáis insertado). Continuad con círculos sobre el Punto G al tiempo que acariciáis su clítoris con la lengua, y notaréis cómo ella se enciende en éxtasis. Algunas mujeres incluso empiezan a tremar en este momento.

Otra opción es masajear con vibradores específicamente diseñados para el Punto G. Aunque, esto es más bien para mujeres que ya tienen experiencia con juguetes eróticos. Si ya ha usado, no perdáis el tiempo y utilizadlos.

Además, jugar con vibradores facilita la combinación de juegos sexuales orales y del masaje anal y del perineo. ¿Qué pensabais? Una inmensidad de mujeres se deleitan con los placeres anales, ¡solo tenéis que ser delicados y sexis!

¿Cómo? Extended lubricante sobre vuestros dedos y salid al encuentro del esfínter anal interno para acariciarlo en círculos. Y para aquellos que vayan un poco más allá, el beso de colibrí o su variante externa, también son opciones demandadas en nuestro género. Fijaos que podéis estimular clítoris, Punto G y ano y perineo al mismo tiempo. ¿Pensáis que esto es poco seductor para vuestra chica?

Ahora, de espaldas

¡Sí, seguimos jugando! Se trata de que volváis a generar relajación con un breve masaje de espalda y glúteos (no queréis que la excitación desaparezca, simplemente tenéis que contenerla). Deslizad con más presión vuestros dedos sobre hombros y espalda, hacia los laterales. Bajad a los glúteos con movimientos contundentes y circulares, y frenad las manos para ganar intensidad abriendo sensualmente la vagina desde atrás. Con los dedos índice y anular de una mano separáis suavemente sus labios y, con los dedos muy bien lubricados de la otra, comenzad a masturbar su vagina. Normalmente, dos dedos son suficientes aunque, dependiendo de los cuerpos y el nivel de excitación, podrán ser tres o más. Hablad con ella. El mero hecho de preguntarle si quiere otro más os encenderá mutuamente.

Os daréis cuenta de la velocidad que necesita por la contracción interna. Existe un truco muy sencillo: no intentéis llevar los dedos más allá de lo que sus paredes vaginales os indiquen.

¿Queréis que alcance el orgasmo (si no es que ya ha tenido alguno)? A la vez que masturbáis su vagina, usad la mano que separaba los labios para acariciar su clítoris –ahora sí– a un ritmo frenético, con las pulsaciones de la yema de un dedo. No solo aumentaréis exponencialmente las posibilidades de alcanzar un clímax intenso, sino que este puede que se represente en forma de squirting.

¿Os parece una buena idea el masaje sexual? Yo creo que lo es pero, para que aún sea mejor, hay pensar que la piel de vuestra chica tiene memoria. Esto significa que los modos y tempos que adquieran vuestras caricias, serán recordados como vuestra forma de expresar lo que sentís por ella.

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