Si te gusta Futurama, seguro que recuerdas el episodio Amazon Women in the Mood, en el que Fry, Kif y Zapp Brannigan son capturados por una tribu de gigantas, en el planeta Amazonia, que los condenan a la «muerte por Snu Snu», es decir, follar con ellas hasta morir. Lo que parecía una tentadora petite mort (literalmente), se convierte en una tortura de la que los personajes quieren escapar; no como el protagonista de nuestra historia que, al igual que Atila, hace todo lo posible por morir «con las botas puestas».
El antechinus: Un pequeño Atila
Antechinus es un género de marsupiales conocidos vulgarmente como antequinos o ratones marsupiales dentones, que cuenta con trece especies autóctonas de Tasmania y Australia. Estos graciosos animalitos (miden entre 12 y 31 cm -incluyendo su delgada cola, que a veces es más larga que su cuerpo- y pesan entre 16 y 170 g) se parecen a los ratones, debido a su cuerpo compacto y cubierto de un pelaje corto, denso y áspero (que oscila entre el marrón oscuro y el grisáceo), cabeza pequeña y alargada, con un hocico puntiagudo, y ojos redondos y negros.
Pero que no os engañe su linda apariencia, los antequinos son ágiles, resistentes y peleones, y no dudan en defender su territorio en violentos combates en los que los machos (erguidos sobre sus patas traseras) se arañan ferozmente hasta que uno es derrotado y se retira «con el largo rabo entre las piernas».
También son depredadores astutos, ágiles y feroces. Amparados por la oscuridad, buscan a sus presas (escarabajos, cucarachas, langostas, reptiles, pájaros o ratones) guiándose por su agudo sentido del olfato y visión nocturna, y cuando las encuentran, las atacan por sorpresa, las apresan con sus dientes afilados y las devoran en segundos. Es comprensible, pues les va la vida en ello, ya que su metabolismo es muy activo y necesitan una ingesta diaria de hasta el 60% de su peso.
A pesar de su voracidad, si el invierno es crudo o hay escasez de alimento (por ejemplo, en veranos especialmente calurosos y secos), los antechinus entran en un estado de torpor, es decir, reducen temporalmente la actividad metabólica para conservar su energía, y pueden resistir con menos cantidad de alimento… al igual que en otro momento crucial de su ciclo vital: la época de celo.
Muerte por Snu Snu o semelparidad
Al igual que otros animales como las mantis, los salmones o los pulpos, los antequinos presentan semelparidad, una estrategia reproductiva en la que el organismo se reproduce una sola vez y luego muere (aunque en el caso de este pequeños marsupial, esas veces son cientos). Cuando entran en celo, los antechinus macho salen de sus refugios con un único objetivo en mente: copular. Durante, aproximadamente, tres semanas, un febril impulso lujurioso (causado por niveles altísimos de testosterona) les impulsa a cortejar a toda hembra fértil que encuentren y a montarla hasta la extenuación en cópulas frenéticas (en las que se aferran a ellas para evitar que otros machos las monten) que pueden durar hasta 14 horas (¡más que los caracoles!). Pero a diferencia de estos, los ratones marsupiales dentones no se conforman solo con una pareja, sino que intentan distribuir su semilla (y ADN) en tantas hembras como sea posible, y no dudan en pelear entre ellos (como bravos puercoespines) para conquistar al objeto de su amor (o, más bien, lujuria).
Durante el periodo de reproducción (que abarca, por lo general, los meses de otoño e invierno austral), estos pequeños marsupiales no comen, no beben, no duermen, y, lentamente, pero de manera inexorable, el estrés reproductivo ataca a su sistema inmunitario, causándoles infecciones recurrentes y procesos parasitarios, que les consumen poco a poco. Gangrena, pérdida de pelo, invasiones de bichos, hemorragias internas… no les desaniman en persistir en su intento de seguir montando a hembras.
Por desgracia, a esas alturas, los antequinos han perdido todo atractivo personal y ellas no dudan en rechazar a los pretendientes desaliñados, heridos y consumidos, en beneficio de los que todavía pueden mantenerse en pie con cierta dignidad.
Y al final, llega lo inevitable, los agotados cuerpos de los antechinus colapsan y estos mueren (quizá) con una sonrisa en los labios, sabiendo que su semen garantizará la supervivencia de la especie y su muerte, la abundancia de recursos para las hembras y sus crías.
La hembra de antechinus: Una auténtica amazona
Al igual que otras especies (como, por ejemplo, el diablo negro), los ratones marsupiales dentones tienen dimorfismo sexual (diferencias físicas notables entre sexos); en su caso, en relación a la talla, ya que los machos pueden llegar a pesar hasta el doble que las hembras. Considerando las extenuantes cópulas y que estas también intentan aparearse con el mayor número posible de congéneres (para maximizar la diversidad genética de sus crías), ¿cómo resisten sin consumirse como los machos?
Por dos motivos: son más resistentes y sí descansan y se alimentan durante el periodo de reproducción, así que pueden gestar a sus crías e incluso llegar a vivir hasta dos años, en los que se reproducirán de nuevo (aunque muchas mueren en cuanto su camada se independiza).
¿Y cómo es la gestación? Tras las cópulas, la hembra de antequinus almacena el esperma de todas sus parejas en una estructura que se encuentra en sus ovarios y no ovula hasta el final de su período de apareamiento. A continuación, libera sus óvulos (que son fecundados por esperma de múltiples machos) y gesta los embriones durante un periodo que dura entre cuatro y cinco semanas).
Tras el parto, las crías de apenas 4-5 mm (¡más pequeñas que un grano de quinoa!) y 16 mg, deben arrastrarse hasta la bolsa marsupial y aferrarse al pezón con mucha rapidez, ya que la madre cuenta con menos mamas que crías, y solo las más fuertes lo lograrán.
Durante varias semanas, las supervivientes permanecerán dentro del marsupio alimentándose hasta lograr la fuerza y tamaño necesarios para comenzar a explorar el mundo, agarradas al pelaje de su madre. A los 60 días, empezarán a consumir alimentos sólidos y a explorar su entorno, y a los 90, serán totalmente independientes. Apenas ocho o diez meses después, los antequinos alcanzarán la fertilidad, y el ciclo de la vida comenzará de nuevo.
Peligro de extinción o muerte por el hombre
Desgraciadamente, los antechinus se encuentran en peligro de extinción, y no por su estrategia reproductiva, sino por la acción del hombre. El cambio climático, la alteración de sus hábitats, los incendios forestales y la introducción de nuevos depredadores están diezmando sus poblaciones y poniendo en grave riesgo el equilibrio ecológico, ya que los ratones marsupiales dentones desempeñan un papel crucial en sus ecosistemas, al formar parte de la cadena alimentaria de otros depredadores (como serpientes, buhos y quolls), controlar las poblaciones de insectos y mantener la flora (pues también se alimentan de frutas y néctar, contribuyendo a la polinización de las flores y a la dispersión de las semillas).
Para revertir la situación, algunas organizaciones están implementando campañas de concienciación y conservación de las especies de ratones marsupiales dentones más vulnerables, como el Antequino de cabeza plateada (Antechinus argentus) y el de cola negra (Antechinus arktos).
Ojalá estemos a tiempo y, dentro de unos años, la única causa de muerte del antequinus sea la que ellos desean: por Snu Snu.
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