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Entrevista a Arola Poch: Fetiches, guerra y purrusalda

Autora de Las cosas claras y Lo normal es ser raro, la psicóloga Arola Poch es una de nuestras colaboradoras más leídas. Hoy hablo con ella de fetiches, guerra y, por supuesto, de purrusalda.

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Entrevista a Arola Poch

No hay entrevista en que no te pregunten por el fetichismo sexual y, en concreto, por el fetichismo de pies. Creo que nos pasa a la mayoría que, cuando no participamos de un determinado fetichismo, no podemos llegar a entender muy bien por qué a otra gente le atrae lo que le atrae, en este caso, los pies. ¿Le pones zanahoria a la purrusalda?

¿Eh? Nunca he visto zanahoria en la purrusalda. De hecho, solo la he comido cocinada por mi madre con puerro, patata y bacalao. Para mí poner zanahoria a la purrusalda es tan raro como para otros chupar pies en el sexo. Y es que todo es cuestión de gustos.

Ahora en serio, ¿qué se puede hacer eróticamente con un pie? Y, sobre todo, ¿qué niveles de excitación se pueden alcanzar con la estimulación?

Se nota que no es tu tema. La pregunta no es qué se puede hacer, sino qué NO se puede hacer eróticamente con un pie. Un pie puede jugar y seducir. Puede pisar y dar bofetadas (a quién le gusten las sensaciones fuertes). Puede ser masajeado, besado, lamido… y provocar excitación. ¡Vaya que sí! Si estás con alguien con quien hay feeling, los pies pueden ser muy sensuales. Además, se pueden descubrir zonas erógenas en los pies. Conozco personas que llegan al orgasmo a través de los pies. ¡Es una zona que da para mucho!

Pareciera que la gente habla más de sexo en España, pero yo creo que hablan más sobre follar o no, sobre follar así o asá y, en la mayoría de los casos, siempre desde una actitud chistosa. Es decir, no se habla de sexo «en serio» y, lo que a mí me parece peor, es que todo «lo serio» no puede remitir al sexo, so pena de ser etiquetado, por muy progre que sea nuestro interlocutor, como algo (y como poco) que se encuentre en un nivel inferior de importancia.

Ajá. Estamos de acuerdo. Una vez escuché decir que no hay temas frívolos, sino formas frívolas de tratar los temas.

Es más, yo creo que esto predominantemente viene del resquemor que se siente en el ámbito de la cultura al hablar (públicamente) sobre sexo. Probablemente, el miedo a que los etiqueten como no sé qué… Y la influencia que esto tiene sobre el aparentar en el resto de la sociedad que se quiera hacer reflejo. ¿No te da la sensación de que hay más monaguillos en las «altas esferas» que en el resto de la ciudadanía?

No lo había pensado pero puede ser. Del sexo es muy fácil hacer mofa. Ya lo decías antes, no se habla en serio de sexo por lo general. Entonces hablar de sexo se puede entender como algo poco importante, vergonzoso, pervertido, íntimo… cada cual según sus prejuicios. O que digas algo y se te eche en contra por los prejuicios de los demás. Así que hay gente que prefiere no abrir el melón y eso que se ahorran. Cuando el sexo es un tema tan importante como cualquier otro (¡incluso más que otros!) pero hay que tratarlo bien, de forma seria y rigurosa. Bueno, también se puede tratar de forma jocosa y liviana, hay momentos para todo. Al final todo se reduce a lo mismo: tantos años de represión y tabú han dejado prejuicios en el sexo que afectan a como se entiende, se vive y se disfruta.

¿Sabías que en Cataluña le ponen butifarra a la purrusalda?

No lo sabía. Y me parece un horror. Como poner chorizo a la paella.

Hay una guerra en Europa. Cualquiera que se crea en un estadio superior de moralidad, y hay muchos, diría «Y vosotros hablando de pies y de orgasmos». Yo tengo claro que, si los ucranianos no estuvieran siendo bombardeados y los soldados rusos no hubieran sido llamados a filas, estarían pensando precisamente sobre sexo. Quizá la primera víctima de la guerra sea la propia sexualidad de esos chicos y chicas en el campo de batalla…

Claro que una (maldita) guerra lo eclipsa todo, sin duda. Pero más allá de eso la cuestión de fondo es la que estamos hablando: considerar el sexo como un tema menor. La sexualidad es un aspecto fundamental en nuestras vidas. Ojalá la invasión acabe pronto para que la vida -y la sexualidad como parte de ella-  puede volver a tener su lugar.

No entendía muy bien lo del fetichismo de pies, pero tengo otra duda al respecto: ¿Nos consideran fetichistas de pies a los que nos derretimos al verlos sobre tacones de aguja?

No necesariamente. En realidad, son dos cosas diferentes. Una cosa es que a alguien le atraigan los pies y otra que le atraigan los zapatos. Es obvio que hay una relación pero hay fetichistas de pies a los que no les gustan los zapatos y a la inversa. También los hay a los que sí les gustan ambas cosas. La pregunta sería, ¿en qué te fijas más, en el pie o en el tacón? Y después hay una cuestión de grados: ¿te fijas más en el zapato o en la persona? Por ahí tienes la definición de fetichismo.

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