Relatos eróticos

Quiero mirar – Crónicas Moan (by Eme)

Aunque solo hayas imaginado por un segundo en tu vida observar a una pareja teniendo sexo o tener sexo mientras alguien te mira, aunque solo haya sido por un segundo en tu vida, no te puedes perder este más que excitante relato de Karen. De nada.

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Relatos eróticos

Quiero mirar

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Narración: Karen Moan

Quiero mirar. Es el deseo de aquel ser tierno que se debate en los dos escenarios posibles de la noche, el de estar o no. Y ella decide una cosa a medias. Estar y no.

Sin embargo, no somos  conscientes de lo que cambia aquel «espectáculo» con espectador, aunque se coloque en el  lugar más discreto o precisamente por eso.

Lo supimos allí, como casi todo.

Estando a lo tuyo, sientes una presencia que se cuela en eso tuyo, y se coloca ahí, que si sí y que si no. En un primer momento, la ignoras, total, está lo suficientemente lejos como para no alcanzarla e invitarla. Y sigues, sigues tu pum, pum, pum o tu pam, pam, pam, a tu follada, a tu bola, a tu piel con piel, a ese culito, a esas magnificas tetas… pero, mmm, ey, ahora está ella mirando y, consciente o inconscientemente, quieres que ese azote o ese meneo sea para ti, para el culito, y… para ella, porque está mirando, y quieres que le guste lo que mira. Así que lo mejoras, lo perfeccionas, lo mides…. y recibes un gemido algo más alto de lo habitual porque te lo estás currando, porque tienes público.

Y entonces, aquella voyeur semiprofesional se da cuenta de que ya está dentro, cuando ella pidió mirar no lo sabía o sí… Y los dos que son espectáculo y actores de pronto también saben que ya tres, y así, sin más, el solo mirar es algo que  lo cambia todo. Porque no hay nada fútil en ningún deseo, sobre todo cuando… Nada, nada mueve más que las ganas, las ganas…

Y quizás los actores, al verse como tales, deciden sobreactuar un poco, colocarse en un ángulo tal o gemir algo más alto. Porque ahora no es solo su goce, sino el del que no espera nada, pero que lo ve todo. Y entonces la polla va un poco mas despacio, se ladea, se muestra, y el coño también, ambos se follan mientras se ofrecen a sus ojos. A aquellos que no pedían nada y lo reciben todo. Y en ese nuevo ritmo impuesto por un trío inesperado, él la mira, la mirona se esconde, no quiere… o sí. Y también la mujer la mira, sonríe a la vez que cierra los ojos porque la última embestida ha llegado lejos. Cabrón, cómo te gusta lucirte…

Y aquella voyeur se siente dentro, aún fuera. Ella pidió mirar sin imaginar que mirar es ser parte de.

Ser parte de aquella follada en cámara lenta para ti, para nosotros, que no nos dimos cuenta de lo que nos gustaba follar despacio hasta que te sentimos, porque ya era nuestro, es tuyo, aunque no lo toques, aunque creyeses que desde lejos no se enterarían, mmm, mirona, no sabes lo que es tenerte ahí, mirando.

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