Ya está aquí el verano, con sus festivales, fiestas patronales, chiringuitos, topless… y, por supuesto, su cerveza, vermut, mojito, sangría y demás bebidas alcohólicas que tomamos para combatir el calor y el calentón libidinoso veraniego, fruto de la revolución hormonal.
Y claro, luego pasa lo que pasa: chistes malos, cantos regionales, tirar a matar, gatillazos en el peor momento y despertar con alguien que no era exactamente nuestra media naranja.
Ya sabes, de noche todos los gatos son pardos y, si hemos bebido alcohol, más; ¿pero sabías que también pasa cuando CREEMOS que hemos bebido?
Alcohol y atractivo
The beer goggles
El alcohol tiene múltiples efectos sobre la percepción social y las relaciones personales, entre los que se incluyen ver más atractivos sexualmente a los demás; este fenómeno, fuente de chistes, memes y arrepentimientos al día siguiente, conocido como beer goggles («las gafas [de bucear] de cerveza»), también ha sido analizado por los científicos.
Un estudio clásico sobre este efecto es Alcohol Consumption Increases Attractiveness Ratings of Opposite-Sex Faces: A Possible Third Route to Risky Sex; los 80 participantes (tanto hombres como mujeres) que habían consumido alcohol consideraban atractivas a más personas (del sexo opuesto) en comparación con los que no. ¿Por qué?
Porque el alcohol afecta al juicio, reduce las inhibiciones y disminuye la capacidad de detectar asimetrías faciales. Esto último es determinante, ya que los rostros simétricos nos resultan atrayentes a un nivel inconsciente, porque indican un buen desarrollo genético, que se traduce en estado de salud óptimo, calidad reproductiva y capacidad del organismo de hacer frente a parásitos, virus y bacterias. Y no solo eso, según el estudio Human Female Orgasm and Mate Fluctuating Asymmetry, los hombres con caras y cuerpos más simétricos tienen la capacidad (el don divino, diría yo) de causar orgasmos más intensos. Simetría 1-Asimetría 0.
A esto se suma que el alcohol también influye en la autoimagen, es decir, «reduce la conciencia de uno mismo al inhibir procesos mentales relacionados con la autoevaluación», por lo que no solo vemos más atractivos a los demás, también a nosotros mismos.
Por otro lado, los investigadores señalan que aunque el alcohol interfiere con los procesos cognitivos controlados, la mente puede «intoxicarse» incluso sin haberlo consumido. Por ejemplo, cuando las personas creen estar bebidas, pueden mostrar comportamientos sexualmente desinhibidos, porque «en el campo de la excitación sexual, no es tanto el alcohol en sí lo que aumenta la excitación, sino la expectativa de haberlo consumido».
De este modo, cuando creemos que llevamos dos copas de más, se activan conceptos mentales que socialmente se relacionan con el alcohol, como ver a los demás más atractivos o mostrarnos más amigables, divertidos, locuaces, agresivos, intrépidos, etc.
El poder de un placebo no etílico
Los autores de Beauty is in the eye of the beer holder («La belleza está en el ojo de quien sostiene la cerveza»), título humorístico que juega con el refrán Beauty is in the eye of the beholder («La belleza está en los ojos de quien mira»), sustituyendo beholder («observador») por beer holder (sujeta-cervezas o quien tiene o sostiene la cerveza), se preguntaron si dentro de esos conceptos mentales que se activan al creer que estamos achispados, se encontraría el vernos más atractivos (atractivo autopercibido).
Así que convencieron a 94 conejillos de indias franceses para llevar a cabo dos experimentos. En el primero, los participantes tomaron bebidas alcohólicas en un bar, y el resultado fue que a mayor consumo de alcohol, mayor era el atractivo autopercibido. En el segundo, suministraron bebidas alcohólicas a la mitad de los participantes y a la otra mitad no, y aplicando un diseño de placebo equilibrado, a algunos de los que sí tomaban alcohol les dijeron que no lo era, y a algunos de los que no lo tomaban, les dijeron que sí era una bebida alcohólica.
Después de consumir sus bebidas, los conejillos de indias franceses tenían que pronunciar un discurso calificando «lo atractivos, brillantes, originales y divertidos que pensaban que eran». Adivina qué pasó. Los que CREÍAN que habían tomado una bebida alcohólica se vinieron arriba; ni Narciso se veía tan guapo.
Lo sorprendente es que el discurso de los que sí la habían tomado, pero creían que no, fue más modesto. ¿La conclusión del estudio?: tener alcohol en el cuerpo no te hace autopercibirte como guapo, ingenioso, divertido o brillante, lo que lo consigue es la creencia de que has bebido.
Fascinante, ¿no crees? También lo creyó el jurado de los Ig Nobel Prize (también conocidos como los Anti-Nobel), que concedió al estudio y a sus investigadores (Laurent Bègue, Brad Bushman, Oulmann Zerhouni, Baptiste Subra y Medhi Ourabah) el Premio Ig Nobel de Psicología en 2013, «por confirmar, mediante un experimento, que las personas que piensan que están borrachas también piensan que son atractivas».
Beauty is in the eye of the beer holder forma parte de una extensa lista de galardonados (como el Ig Nobel de Física de 2023 al equipo científico español que descubrió la «turbulenta» vida sexual de las anchoas o el Ig Nobel de Fisiología de 2024, al estudio que probó que los mamíferos podemos respirar por el culo ano) de estos premios que, desde 1991, organiza la revista Annals of Improbable Research, con el objetivo de «celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo y estimular el interés de las personas en la ciencia, la medicina y la tecnología».
La aspiración de estos galardones es que el público descubra datos científicos que son sorprendentes, extraños, divertidos e incluso absurdos, y primero se rían y luego piensen. Conmigo lo han conseguido, no solo porque este estudio ha descubierto que la belleza está en el ojo de quien sostiene la birra, sino también porque ha confirmado algo que es vox populi: beber no te hace más atractivo.
En efecto, los discursos de los participantes en el estudio Beauty is in the eye of the beer holder se grabaron en vídeo y mostraron a 22 jueces independientes que, tras analizarlos con objetividad, decidieron que «el aumento en la autoevaluación no estaba relacionado con el desempeño real». Hablando en plata: que no eran tan fabulosos como se autoproclamaban.
Así que, ya lo sabes, controla las cañitas este verano, no sea que te veas como Pedro Pascal o Hedy Lamarr, y los demás, como Barney Gumble.
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