Relato erótico

Se busca Mistress para gatita suave y algo rebelde – Relato lésbico

En este genial relato erótico, Thais Duthie nos trae una historia de sexo más explícito en el viaje virtual de una sumisa que intenta encontrar nueva Ama.

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Relato erótico

Se busca Mistress para gatita suave y algo rebelde

SUMISA ABANDONADA BUSCA AMA

Soy ofelia_69, tengo veintiséis años, vivo en Barcelona y me he quedado sin Mistress. Echo mucho de menos jugar a ser una gatita, lo cierto es que se me da de lujo. Me considero una mujer obediente, pero algo rebelde a veces. Me gusta obedecer a mi Mistress y complacer todos sus deseos, sean cuales sean. Estoy dispuesta a probar cosas nuevas, no le tengo miedo a nada. Soy atrevida e intensa, puede que desafiante, pero te aseguro que merezco la pena. ¿Quieres ser mi Ama? Podrás azotarme todo lo que quieras, jugar conmigo a los médicos o a las profesoras, atarme al cabecero de tu cama, no dejar que me corra, taparme los ojos con un antifaz de cuero y ponerme todos los juguetitos que tengas a mano. Prometo portarme bien, al menos casi siempre. Pero si no lo hago entiendo que tengas que castigarme. Quizá me encante que lo hagas… Si te gustan los retos y quieres divertirte, mándame un mensaje privado. Te estoy esperando con las piernas abiertas, mi nueva Mistress…

ofelia_69

Releí un par de veces el anuncio que acababa de subir en midominante.com sin estar demasiado convencida de todo lo que había escrito. Puede que fuera demasiado exigente, muy atrevida o quizá parecía necesitada. Bueno, necesitada sí que lo estaba; lo cierto es que desde que Mistress K volviera a Rusia, su país natal, me sentía muy sola. Necesitaba a Karina como mi piel al cuero.

Recordé mi primer encuentro con Mistress K: le bastó una mirada para hacer que me arrodillara ante ella e inclinara la cabeza como la más disciplinada alumna. Siempre había pensado que una fusta hacía a una dominante y que, sin ella, perdía todo poder. No obstante, mi Ama me enseñó que podía someterme sin un solo objeto, sin gritos, sin castigos. Había algo en ella que me atemorizaba y me excitaba a partes iguales y todavía no había sido capaz de descubrir de qué se trataba.

Mistress K. había dejado Barcelona sin darme tiempo a reaccionar a la noticia. Me lo dijo la última vez que nos vimos y prometió que nuestra relación seguiría en la distancia gracias a las nuevas tecnologías. Así que tan pronto como aterrizó en San Petersburgo me hice una cuenta en Skype. Sabía que no sería lo mismo, aunque entonces me conformaba con verla a través de la pantalla, dispuesta a seguir sus órdenes a más de 3000 kilómetros.

Nuestra primera videoconferencia fue extraña: ni ella ni yo estábamos acostumbradas a Skype o a interpretar roles frente a un ordenador. Después de varios intentos, Mistress K. comenzó a poner excusas para cancelar nuestras citas virtuales. Y, cuando  los pretextos no se sostenían, notaba que la pantalla de mi portátil se congelaba con sus palabras, con  cada gesto; Skype funcionaba bien, pero la relación se había convertido en un témpano de hielo. Fue en aquel momento cuando me di cuenta de que no tenía suficiente: necesitaba a mi Mistress mucho más de lo que había imaginado. Extrañaba sus caricias agridulces, sus grilletes apretados en mis muñecas, las marcas de sus azotes en mis nalgas… En definitiva: echaba en falta el contacto físico de Mistress K. Recordaba nuestros encuentros con un halo de nostalgia, teniendo muy presente que jamás encontraría a nadie como ella.

Tachados el almanaque de las penas, se habían evaporado varios meses a la espera de su regreso y caí en la cuenta de que ella no deseaba volver a mi lado. Mis deseos de ser sometida se cruzaron en mi mente, cual epifanía, con el dominio que, ahora, tecleaba en mi ordenador. En un abrir y cerrar de ojos, estaba creando una cuenta en midominante.com y escribía ya un anuncio a la búsqueda de consuelo. No sabía si hacía bien, pero se trataba de ser o no ser, estaba intentando volver a sentir las mil y una sensaciones que me había mostrado mi entonces Ama, de beber otra vez del placentero veneno de las órdenes susurradas al oído. Pero mi post no me convencía y acerqué el puntero al botón EDITAR. Un pitido me detuvo, revelando un signo de exclamación sobre el icono de mensajería.

Entré a la zona de los mensajes privados y me sorprendí al ver uno nuevo de una tal «Venusimpelz». Aquel seudónimo era el título original de una de mis novelas favoritas: La Venus de las pieles de Von Sacher-Masoch. Abrí el mensaje:

Querida ofelia_69:

Si algo parece que tengamos en común es nuestra pasión por los clásicos. Sin embargo, diría que William Shakespeare y Leopold von Sacher-Masoch tenían dos formas muy distintas de ver el mundo. Espero que nosotras compartamos más que estos dos genios. Ven a conocerme al chat, estoy conectada.

Saludos,

Venusimpelz

Me llevó un par de minutos decidir a conectarme para conocer a aquella amante de la literatura. Presioné el botón ENTRAR con nerviosismo, pero expectante. ¿Qué me encontraría allí? ¿Cómo sería Venusimpelz a tiempo real? Su mensaje directo me había dado buena impresión, aunque aquello no bastaba, no iba a firmar un contrato a ciegas…

Ofelia_69 ha entrado al chat.

martalago: ¡Bienvenida, ofelia69!

pussyxxx: Hola, Ofelia.

Venusimpelz: Vaya, vaya… Chicas, os presento a mi nuevo juguetito. Ofelia, espero que te lleves bien con el resto de tus compañeras.

ofelia_69: ¡Hola a todas! ¿Cómo estáis?

martalago: ¡Cachonda! Ama nos estaba contando el vídeo que está viendo.

ofelia_69: ¿Vídeo de qué?

pussyxxx: Porno, sale ella dominando a varias chicas.

Venusimpelz: Exacto. Fue una de las pocas colaboraciones que he hecho con productoras, pero sin duda mi favorita.

ofelia_69: ¿Y de qué va?

Venusimpelz: Es de hace un par de semanas. Como viajo mucho por trabajo tengo la oportunidad de conocer a nuevas gatitas, como a ti.

ofelia_69: ¿Estás en Barcelona de paso?

Venusimpelz: No, vivo aquí. Preguntas mucho, Ofelia.

martalago: Se merece unos cuantos azotes, Ama 😉

Venusimpelz: Querida, a ver si vas a ser tú la que se lleve esos azotes, por hablar.

martalago: La verdad es que no me importaría.

pussyxxx: A mí tampoco me importaría, Ama.

Ofelia_69 ha salido del chat.

Aquello no era exactamente como esperaba. Notaba la respiración pesada y, aunque estuviera detrás de una pantalla y me protegiera el anonimato, sentía vergüenza. Aquellas dos chicas ya conocían a Venusimpelz, pero yo no sabía nada de ella. No tenía ni la más remota idea de cómo debía comportarme, ni de qué tipo de cosas se hacían en ese chat. Aunque si me iba tan pronto como empezaba lo divertido… nunca iba a saberlo.

Ofelia_69 ha entrado al chat.

ofelia_69: Perdón, me ha fallado la conexión.

Venusimpelz: Perdonada.

martalago: Pussy ha tenido que irse, más Ama para nosotras, ¡jaja!

ofelia_69: Tienes razón 😉

Venusimpelz: Les estaba contando que en el vídeo se ve todo. Pero todo. Recuerdo que una de mis pequeñas estaba nerviosa porque era su primera sesión, pero aun así estaba más mojada que las otras dos. Hay un primer plano donde se abre de piernas y se puede apreciar ese detalle. ¿Os lo imagináis?

martalago: Uff, Ama…

Venusimpelz: Espero que la próxima vez que nos veamos estéis tan excitadas como ella.

ofelia_69: ¿Qué les hacías en el vídeo?

Venusimpelz: Cada una de las tres chicas estaba atada a una cruz de San Andrés. Estábamos en una mazmorra bastante oscura, iluminada solo por un par de focos. Completamente desnudas, una de mis niñas llevaba una máscara de látex como parte de un castigo… Se había portado mal 😉 Las otras dos tenían los ojos tapados por un antifaz de cuero y yo las azotaba con un flogger cuando menos se lo esperaban. Una de las enmascaradas era la novata, ¡que estaba tan nerviosa que tartamudeaba cada vez que le preguntaba algo!

martalago: Pobrecita, no sabría si ibas a ser demasiado mala con ella.

Venusimpelz: Le hice darse la vuelta para introducirle un vibrador por detrás; gritó, gritó mucho y, relamiéndose, con los ojos e inocentes gemidos me pidió que siguiera, mientras chillaba «para, para, Ama, para».

ofelia_69: ¿No lo hiciste?

Venusimpelz: No, ¿por qué iba a hacerlo?

ofelia_69: No sé, quizás le doliese de verdad.

Venusimpelz: Te aseguro que estaba disfrutando. Luego, volví a darle la vuelta, le unté litros de lubricante, abriéndola, ensanchándola, dejó de chillar y empezó a gemir intensamente de placer. Gritaba tanto que me preocupaba que se quedara afónica. No sabía que fuera a disfrutar de tal manera en su primera sesión, la verdad. El caso es que le pedí que dejara de gemir, que disfrutara en silencio. Pero no lo hizo, así que tuve que agarrarla del pelo con fuerza y tirar de él. Pero ella no paraba, seguía chillando, aún con más estridencia.

martalago: Quizá quería que la castigaras.

Venuzimpelz: Probablemente. Por eso le puse unas pinzas en los pezones. Acabó callándose y comenzó a gozar en silencio.

ofelia_69: Joder…

martalago: Tiene buena pinta el vídeo, ¿dónde podemos verlo?

Venuzimpelz: Hagamos un trato: el vídeo a cambio de que actives la webcam.

martalago: ¡Anda ya!

Venusimpelz: Algo tendré que ganar yo, ¿no crees?

ofelia_69: Acepto.

martalago: ¡Ey! ¡Que no dije que no!

Venusimpelz: Lo siento, Martita, ella lo tenía más claro que tú, y ya sabes que en el BDSM no hay que tener dudas. Ofelia, te espero en Skype. Mi nombre es el mismo que aquí.

Venusimpelz ha salido del chat.

Ofelia_69 ha salido del chat.

Tragué saliva. Mi corazón latía a mil por hora. A pesar de que aceptar el intercambio había sido una opción demasiado atrevida, por ahora era la única forma que tenía para conocer a Venusimpelz y descubrir si se trataba o no de mi futura Ama.

La añadí como contacto en Skype y apenas tardó unos segundos en aceptar mi solicitud. Aparecía conectada. Me envió un link a través del chat de programa, lo abrí. Era una página de almacenamiento de archivos, allí estaba el vídeo. Le di al play y disfruté, durante minutos, de todos los detalles que había dado antes Venusimpelz. Lo había descrito todo perfectamente, pero verlo en la pantalla era todavía más emocionante.

Llegué a la escena de la sumisa novata. Era el momento de hacer videoconferencia con la Venus de las pieles y mostrarle mi sexo. Pero dudé: llevaba una camiseta ¿Tenía que llamar yo o llamaría ella? Aproveché esos instantes para mirarme: llevaba una camiseta larga vieja y que me cubría las bragas. De entrada, nada demasiado sexy, si no fuera porque se me marcaban los pezones de lo excitada que me tenía la situación.

Relato erótico lésbico: una sumisa, un chat y un vídeo BDSM

Su foto era la Venus del espejo de Tiziano, solo tenía activado el micrófono. Yo me seguía colocando el flequillo cuando aparecí en pantalla. Me dijo «Hola» en un tono tan sensual que me puso los pelos de punta. «¿Te ha gustado el vídeo?», me preguntó, casi en un susurro.

—No lo he acabado todavía, me quedan unos minutos —le respondí, como una buena alumna que se justifica por no haber terminado los deberes.

«Eres muy guapa, por cierto. Y tienes pinta de ser una muy buena sumisa. Me pregunto quién ha podido ser capaz de dejar sola a una gatita como tú y por qué», dijo. Le di las gracias con una sonrisa y me dispuse a seguir viendo el vídeo, mientras mis manos comenzaban a perderse bajo la camiseta. Mis ojos no se apartaban de la pantalla donde, como ya me había contado Venusimpelz, la novata gritaba por la estimulación de las pinzas en sus pezones. Había algo en ella que me resultaba familiar, puede que su forma de gemir o de quejarse. Pensé que debía de tratarse de una actriz porno conocida.

Oía la voz de Venuzimpelz amortiguada. Estaba tan excitada que no era capaz de concentrarme en otra cosa que no fuera el «córrete para mí» que no dejaba de repetir una vez tras otra. Me corrí en segundos, electrizada, apenas pude gemir, la garganta seca, constreñida, como todos mis músculos, me había fosilizado la voz y el gesto. Estaba congelada frente a una pantalla que, ahora, sí ardía.

No sé si fue por la voz de Venusimpelz, por el vídeo, por la situación o por todo junto… pero ese momento se ha convertido en un imborrable recuerdo.

—Me he divertido mucho, Mistress —confesé.

—Prefiero Ama, es más de aquí —me dijo—. ¿Volveremos a vernos?

—Sí, aunque me encantaría que fuera en persona.

—Te haré saber dónde y cuándo por el foro. Estate pendiente, gatita.

Sonreí, todavía mirando a la pantalla. Las chicas del vídeo empezaron a quitarse el atrezo, desprendiéndose de cuero y látex. Esperé ansiosa a ver qué actriz porno era la sumisa novata; y lo cierto es me esperaba cualquier rostro… excepto el de Karina.

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