Una MILF en apuros

Una MILF en apuros: 2024, ¿polvos o pijamas de ositos?

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Hoy se me ha caído una bandeja por todo el canto en los dedos del pie, he tenido que respirar hondo un par de veces para no gritar y cagarme en Panete, cagarte en algo, expresión muy española, no sirve de mucho pero es liberador. Y esto es, de momento, lo más emocionante que me ha pasado en las dos primeras semanas de enero de este 2024 recién estrenado. Según voy avanzando en años cada vez pido menos en la carta de los Reyes Magos, (total, el año pasado les pedí follar, ya no digo mucho ni poco, que fui muy concreta y les dije follar) y mirad cómo estamos, languideciendo, marchitándome en los mejores años de mi vida.

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Una MILF en apuros

El otro día leí que según te haces mayor, lo que le pides a la vida es que no te pasen desgracias. Puede parecer triste pero sí, así es: dice un amigo que a partir de los cincuenta entras en tiempo de descuento y esto se nota en las reuniones con gente de tu edad: antes hablabais de tal o cual que te habías follado. Ahora hablas de las ofertas del Lidl y de las dolencias, que son muchas y parece que van in crescendo.

Hace unas semanas estaba con un grupo de mamás solteras y al cabo de un rato parecíamos una excursión del Imserso: que si una tomando pastillas para la ansiedad, que si la otra tenía las rodillas fatal… y qué digo del Imserso, estamos mucho peor, no nos engañemos, los viejetes al menos viajan y se dan sus buenos bailes. Nosotras, para encontrar un hueco para viajar… no veas el encaje de bolillos que hay que hacer.

Yo de eso no me quejo, ¡eh! que terminé 2023 de acá para allá, llenando mi mochila de viajes y experiencias que, al fin y al cabo, es lo que nos vamos a llevar a la tumba. En uno de esos viajes me enamoré dos veces seguidas en menos de 48 horas, así soy yo: una chica fiel y de sentimientos profundos… Y que se guía por su radar, que parece estar bien jodido porque los dos que me gustaron estaban casados y parece que esto ahora es un argumento para rechazar un polvo. Estamos retrocediendo…

Uno era un mexicano yogurín la mar de simpático y atractivo. Había mucha complicidad, que a veces una si es muy alegre y un poco cabeza loca puede confundir con TSA. Así que una noche, ni corta ni perezosa y sin haber bebido, que ya tiene mérito, le invité a mi habitación porque a la piscina hay que tirarse siempre, tanto si tiene agua como si no, tengas 30 años o 50… «Lo siento Lucía, me gustas mucho pero estoy casado y tengo mucho respeto por mi esposa», fue lo que me respondió. Fui a dar con el único hombre fiel de Latinoamérica, también es mala suerte.

El segundo intento de presa fue un hombre de ciencia, el típico tiarrón grandote, que le sobraban algunos kilos pero a mí me daba igual porque era la mar de atractivo: de estos tipos que son eminencias, así un poco científicos locos, que resultan la mar de sexis. Pues ahí estábamos cenando en grupo mientras yo escuchaba embobada (soy feminista pero si quiero poner ojos de embobada y admiración, que parece que es una cosa que a ellos les gusta mucho, me sale de perlas) lo que fuera que me estuviese contando que, sinceramente, me la pelaba, cuando ya apresurado, llegando al postre, dijo: «Uy, pues ya me tengo que ir que mi esposa me está esperando».

Pero qué puta mierda es esta, pensé, dos que me gustan y los dos casados y fieles. Y eso que cuando llegué a destino en ese viaje, esperando la maleta en el aeropuerto, me di de bruces con un tipo con el que me había encamado años antes y que no veía desde aquel fatídico polvo (prefería evitar contaros cómo fue, pero el editor me ha recordado que ya escribí la historia en la que él se puso un pijama de felpa con ositos para estar cómodo…). Yo interpreté el encontrarme con ese amante ocasional como una señal, ese viaje iba a ser sexual a tope, ¿no? Pues no.

Dice mi amigo Ramón que no follo porque no quiero. Pues claro: por eso y porque cuando quiero, no surge la magia porque la química, como el amor, tiene mucho que ver con la magia. Y cuando surge, aunque sea tímidamente, se me va al traste porque el pavo en cuestión me empieza a hablar de su ex y que está yendo a terapia y tal y cual. Que ir a terapia está muy bien, ojo, pero contártelo a ti a la media hora de conocerte… como que no.

Entre esos que te hablan de su ex a la primera de cambio y aún tienen que curarse aunque sea para irse a la cama, y los que consideran que se ha ido demasiado lejos con la igualdad (un 44% de los hombres según la encuesta del CIS, un 32% de las mujeres), cada vez está más complicado echar un polvo porque, claro, a los llorones estos del 44%, ¿qué haces? ¿Les amordazas para no oír semejantes memeces? Porque un señoro que no se cuestiona y que va llorando porque ha perdido privilegios o los ve peligrar es cualquier cosa menos excitante.

Está difícil ligar y a pesar de lo difícil que resulta, os deseo un 2024 lleno de polvos. Porque eso, como los viajes, es lo que os vais a llevar al cementerio.

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