Frases de amor

«Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección»

Dicen que el amor a veces es una cuestión de polos opuestos, de dos personas que se complementan, en sus traumas y en sus diferencias. Puede que eso sea cierto al comienzo. Que incluso sea más fácil encontrar la chispa en una persona que te aporta algo diferente a lo que eres tú mismo (si es que uno puede ser uno mismo).

Pero, de nuevo en esa idea romántica, confundimos amor con enamoramiento. Porque todas las relaciones comienzan disfrutando del otro, como persona y como concepto, pero solo continúan aquellas que son capaces de construir un proyecto común. Sea el que sea.

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Frases de amor

«Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección»

Dos personas pueden opinar y pensar diferente en muchos aspectos, pero en el momento en el que quieren compartir el viaje de la mano y apoyarse el uno al otro, tienen que tener claro que esperan algo similar de la vida. Vivir juntos o separados. Ser una pareja abierta o exclusiva. Vivir siempre en una misma ciudad o siempre viajando. Tener hijos o no tenerlos. Ser una pareja o no serlo.

El amor presente o futuro

Decía el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupery, conocido por su obra El Principito, aquello de «amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección». Y quizás esa sea la clave entre un amor que puede disfrutarse locamente en el presente o uno que tenga futuro.

Vivimos, como nos enseñó el sociólogo Zygmunt Bauman, en una sociedad líquida, donde los valores que antes eran algo estable, como el trabajo, la pareja o incluso las amistades, ahora son algo siempre cambiante. Y por eso nos cuesta hacer planes y vivimos divididos entre la melancolía que nos genera el pasado y la ansiedad que nos provoca el futuro.

Es cierto que eso ha supuesto una mayor filosofía del carpe diem, del saber que hay que disfrutar de cada momento presente y una vivencia de cada instante, también en pareja, al más estilo mindfulness, en el que nos centramos en el lugar y la persona con que estamos. Pero quizá nos falta encontrar un punto intermedio.

Algo parecido pasa con el dinero: ¿gastarlo todo por si no hay mañana o ahorrar una parte para no vernos en una situación comprometida en el futuro? Así, vivimos en una crisis constante entre el carpe diem, y la necesidad de algo estable a más largo plazo.

Un proyecto común sexual

Otra de las interpretaciones que puede hacerse de la frase del escritor francés es la implicación que puede tener en el ámbito sexual. En este sentido, mirarse el uno al otro, puede significar estar solo pendiente del placer de la otra persona y olvidar tu propio goce. Mirar ambos en la misma dirección es saber que meterse juntos en la cama es sinónimo de saber que lo hacemos para disfrutar los dos.

De hecho, puede que la vida sexual sea el primer proyecto en común que haya que crear con vistas a un futuro. Tener un amante de ocasión puede ser un acto egoísta o, incluso, un acto de devoción y disfrute de un objeto de deseo. Pero tener una pareja sexual a medio o largo plazo, supone construir un lenguaje en común en la cama con el que empezar a entendernos.

Es más, puede considerarse la primera piedra sobre la que sentar las bases del futuro. Porque si en esas primeras interacciones, aunque sean solo físicas y no existenciales, no somos capaces de buscar acuerdos y puntos en común, quizá sea mucho más complejo pensar en una vida juntos, con todo lo que eso implica.

Las normas que van cambiando

Crear un proyecto a futuro, sin embargo, también implica mirarse el uno al otro de cuando en cuando. Que podamos tener cierta estabilidad no implica que caigamos en la inmovilidad. Porque aunque compartamos la vida con una sola persona, la misma irá cambiando, de la misma forma que lo haremos nosotros.

Los proyectos de vida no son contratos para siempre, sino que, más bien, son acuerdos renovables y revisables. Y para poder seguir firmando convine darse cuenta de cómo ha cambiado la persona que está al lado. Es universal, por ejemplo en ese contundente inglés tan manido del «Do not take me for granted», y es que no hay nada seguro en la vida, pero casi seguro que lo perderemos si no lo cuidamos.

Por eso el camino a la felicidad en la pareja quizá sea tener una visión mucho más de conjunto. Algo así como cuando aprendes a conducir, y para no chocarte, tienes que ser capaz de mirar a todas partes.

A lo mejor, el problema es que todavía no tenemos un manual, como el de la autoescuela, a la hora de enamorarnos, aunque quizás nos hicieran falta algunas normas viales, para amar de forma no temeraria y no llevarnos a la otra persona por delante.

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